Llego un día cualquiera a mi casa luego del trabajo
con ganas de descansar,
dejo los ojos en el velador,
la cabeza en el perchero
dejo los pies bajo la cama
y me quito la piel
la doblo, la cuelgo
y me acuesto.
Al final del día
que soy sin mis bienes
Nada.
martes, 25 de agosto de 2009
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