Alguien sumergió una barra de grafito
en una esquina, allá arriba, en el cielo
que se comenzó a disolver, empujando
al Sol que en la otra orilla se despedía.
El Sol siempre camina, y se va
se despide y más allá amaneciendo
saluda y sigue su carrera,
el cielo a la Luna heredando.
Pero la Luna que es dama perezosa,
coquetea y se menea lento,
riega un puñado de estrellas
y da un paseíto en el firmamento.
Y luego cuando el cielo es rosa,
ya extraña sus aposentos,
se esconde detrás de su velo,
y se va con el rostro cubierto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario