IV
¿Cuántas
veces te he conocido, Magnolia?, ¿Dos?, ¿Tres?, ¿Cuatro veces? Según algunos,
cinco veces, según otros ninguna. Yo mismo lo he dudado a lo largo de mi vida,
sinceramente he creído muchas veces que cuatro, que cinco veces, que soy un
niño, que soy un hombre, que tres veces; ciertamente no cero. ¿Dónde has estado
tú, Magnolia, cada vez que te he encontrado? Porque verte no es como mirarte,
es más como reencarnarte, ¿Cómo lo haces para verme cuando no estoy, para estar
cuando no te veo, para verte cuando me voy, para no estar cuando te veo?¿Donde
aprendiste a hablar el lenguaje de las panteras, la mímica de los
camaleones?¿Como pescaste esa estrella que duerme en mi pecho, como domaste el
abismo del mar?¿Hasta dónde llegaste cuando te hundiste en el aire?¿Que es lo
que ves cuando cierras los ojos?¿En dónde me sientes cuando besas al otro?
Magnolia,
he pasado muchos años pensándolo, ¿cuántas veces te he conocido? Y ahora estoy
seguro de que han sido dos veces. Dos, es un número tan grande para ser tan
pequeño. Pero dos veces, Magnolia, estoy seguro. Pero encontrarte es
desconocerte, cada vez que te conozco de nuevo, sé menos de ti, estoy menos seguro
de encontrar esa línea que proyecta tu piel en el aire, que encanto, que
suerte, que difícil no intentar traducirte, interpretarte. Que mala fortuna,
desconocerte cuando estoy empezando a realizarte. Dos veces, Magnolia, y ha
sido una odisea bautizarte, ha sido un parto, un retorno a Itaca.
Magnolia,
nunca me olvidaré cuando te transformaste en una mariposa blanca y te fuiste
volando en zigzag entre medio de unos arbustos, te encantaba creer, te
encantaba pensar que era tu abuela que nos protegía. Discúlpame Magnolia, yo
quiero ser un perdonatario de tu rabia, no tengo por qué estar de acuerdo con
lo que pienso. Perdóname, perdóname tú
por todo el universo, perdóname tú para que me pueda perdonar dios, para que me
pueda perdonar yo mismo. Yo que te sacrifiqué, como puedo intentar explicarte
que moriría por todo lo que he matado, Magnolia, inmólame por piedad. Magnolia-
Blanca, Magnolia-Mariposa. Magnolia-Maga.
Dos
veces me enamoré de ti, Magnolia. Te amé con la desesperación de la tormenta
crepuscular, con la inercia del asteroide. Te amé como se ama al silencio en
los manicomios. Y tú me dijiste, “Tristan, yo te amo como los ciegos aman al
mar, yo te amo como se ama al fusilado de Goya”. Y yo le dije Magnolia, yo te amo como ama el
viajero de Friedrich, te amo como el pétalo al pistilo, como el náufrago a su
isla, un poco como el tigre al impala, y como la tierra a su órbita.
Y
cuando hablamos por última vez, y tú llorabas, yo te dije cualquier cosa, pero
en verdad lo que quería decirte era que me amaras con la paciencia de la arena,
que me amaras como se ama al suicida. Estaba tan equivocado. Nunca pude evitar
seguir amándote con la nostalgia de los rieles del tren. Y tú nunca más pudiste
amarme con un odio tan feroz, fue sobrecogedor.
Como
el Coronel Aureliano Buendía, he promovido treinta y dos guerras y las he
perdido todas.
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