No debí pensar jamás,
en lograr tu corazón,
y sin embargo te busqué,
hasta que un día te encontré.
Y con mis besos te aturdí,
sin importarme que eras buena.
Tu ilusión fue de cristal,
se rompió cuando partí.
Pues nunca nunca más te ví,
oh, que amarga fue mi pena.
No te olvides de mi,
de tu Gricel,
me dijiste al besar
el cristo aquél
Y hoy que vivo enloquecido,
porque no te olvidé,
ni te acuerdas de mí
Gricel, Gricel.
Me faltó después tu voz,
y el calor de tu mirar,
y como un lo loco te busqué,
y ya nunca te encontré,
y en otros besos me perdí,
mi vida toda fue un engaño.
Que será Gricel de ti,
se cumplió la ley de Dios,
ah, que amarga fue mi pena.
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