Te
odio, Magnolia-Negra, Magnolia-Retrato, Magnolia-Nocturna, odio tus ojos
vacíos, odio tu piel pálida, odio la forma en que me quemas cuando me tocas, la
forma en que me estrujas cuando me abrazas, odio la forma en que tu mirada
emponzoña mi calma. Te conozco Magnolia, y ahora extraño la amnesia, la
embriaguez de desconocerte, anhelo volver a tener la capacidad de poder ver al
mundo sin que me ciegue tu resplandor opaco. Ahora es todo tan claro, Magnolia
desquiciada, es tan fácil entender como pude olvidarte una vez. Ahora recuerdo
todo, no olvide las maneras de olvidar, solo estaban dormidas en mi corazón;
porque recuerdo que contigo descubrí que el corazón no es el órgano del amor,
no darling, cuando fuiste Magnolia-Blanca, Magnolia-Mariposa, aprendí que el
amor se vive en el estómago, y el odio en el corazón. Por eso pude odiarte
amándote, Magnolia, y olvidarte gracias a una pulsión de vida, gracias a un
instinto primario de preservación. El velo del olvido me cubrió, evitando
seguir envenenándome de tu miel de adicción.
Ya
nos perdimos en otras vidas Magnolia-Negra, y nada me impide volver a olvidarte
esta vez. Tú lo sabes Magnolia, apostaste sobresegura, y ahora me toca a mí por
fin estrangular tu recuerdo inquietante, porque perdiste, esta vez por fin
perdiste, porque te confundí, querida, y te mostraste real, mostraste tu
esencia marchita, incapaz de amar. Dime, Magnolia-Negra ¿Quién permite que
vivan almas así en ojos como esos?
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