jueves, 15 de noviembre de 2007

Profesora

-¡Mentiroso!
-¿Chiquillos escucharon esa voz?
-Si, fue como de alguien ronco.
-Así como: “Buuu”

La profesora nos estaba revisando nuestros súper “Look”, influenciada por las tribus urbanas, nuestros “Look” eran locos peinados con cola, mechones, chascones, chasconas, homosexuales y dreadlook (Solo 4).
Muchos de nuestros compañeros fueron los seleccionados para cortarse el pelo, pero nosotros estábamos seguros de que nos pasaría lo mismo, y que nos iba a obligar a cortarnos la “Champa”.
¿Y qué mejor idea que esconderse detrás de los estantes cochinos y asquerosos, de cómo 50 años, lleno de arañas y polvo?
Movimos el estante, pero nadie lo notó, de repente nos asomábamos por arriba para ver lo que había, pero nunca nos vieron, nos escondíamos y agachábamos la cabeza para que no nos pudieran ver. Ahí comenzó nuestro diálogo haciendo de Fantasma. (Diálogo del Comienzo.)
Se acercó uno de nuestros compañeros, nos vio pero simuló no haber visto nada, en aquel momento comencé a reírme hasta delatarme.
Sé que la historia es fome pero la Profesora me dijo que llegaría pronto a Pelequén, ¿Qué habrá querido decir? ¿Se estará riendo de mi Calvicie? Pero por lo menos descubrí que los profesores también tienen sentido de humor.

By Hola Cabezón

lunes, 12 de noviembre de 2007

La muerte y la brújula

-En su laberinto sobran tres líneas -dijo por fin-. Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta. En esa línea se han perdido tantos filósofos que bien puede perderse un mero detective. Scharlach, cuando en otro avatar usted me dé caza, finja un crimen en A, luego un segundo crimen en B, a 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C, a 4 kilómetros de A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a matarme en Triste- le-Roy. -Para la otra vez que lo mate -replicó Scharlach- le prometo ese laberinto, que consta de una sola línea recta y que es invisible, incesante.

Retrocedió unos pasos. Después, muy cuidadosamente, hizo fuego.




Chao Pescao*