viernes, 1 de mayo de 2015

En cualquier avatar te hubiera conocido, en cualquier sentido de la rotación o la traslación. Tu calma me habría interpelado, tu precaución de tigre en arrozal, tu corta mirada curiosa, cabizbajo abejorro revoloteando entre la maraña, y de cualquier manera me hubiera conducido hasta ti, a través de años o segundos, para untar la punta de mis dedos en la miel de tus cabellos, para asfixiarme en tu metáfora de cántaro florido, bucear con mi naturaleza de astronauta tus constelaciones lunares, adivinarte emociones en el diseño fortuito del pasto y la miel disuelta en la taza de té, y finalmente suicidarme de todo tiempo ahorcado con una hebra de lana ensangrentada, en cualquier revolución de la rueda, y  podría desbaratarte con mi sexo y reconstruirte para ser el orfebre de tus dedos, el arquitecto de tu disposición de espiga noble, el alfarero de tu cintura.

No hay comentarios: