domingo, 25 de marzo de 2018

este puede ser el despeñadero subjetivo más terrible que haya tenido que atravesar - o un desbalance de serotonina catastrófico- que se escenifica en un prototipo de domingo en tu cama hasta las seis, albergado del mundo que se cae en un bunker de madera santa, comiendo en tu cama o leyendo o haciendo el amor moribundo como un esqueleto. Hay tantos nudos que fueron hechos para desatarse jamás, y yo corriendo errático por ahí en el jardín, colgando de los techos como condenado, y tu con respiración felina intentando atraparme para que no me caiga y me caigo y me caigo y me caigo en un vacío subjetivo blanco y ciego, precario, y comienza el calvario de nuevo, el mio, y el tuyo, y el mio que arrastra al tuyo, perdón. En esto pienso, mientras me conducen frente al pelotón de fusilamiento.

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