martes, 11 de diciembre de 2018

tus heridas y las mías
se dibujan sobrepuestas:
un bello crisantemo
Con mi sangre y la tuya,
y flotan en un estanque negro.
Una cadena de pétalos opacos,
circunscribe una constelación agonizante,
un encuentro de angustias gemelas,
de miedos afines,
de placeres convexos y dolores cóncavos.
De nuestras manos escurren
el agua, la separación, las soledades,
en un encuentro de pieles que queman,
de dedos compañeros que se tocan,
se miran y se rían, se acogen,
se entrecruzan y se estrechan,
calor sobre calor,
cicatriz con cicatriz.
Inmersión en lo profundo,
de dos soledades
que se salvan de la pena ahí
en ese punto en que se encuentran,
y se acoplan,
tu dolor y mis cuidados,
mi vacío y tu presencia,
tu escucha y mi confusión
mi velocidad y tu intensidad



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