viernes, 3 de octubre de 2014

No es como si un yo fuera una isla flotando en la arena social entre un par de coordenadas históricas, y que de pronto por los pasajes del devenir perdiera un tú por infortunio, un poco más allá de donde llegan mis manos, si no que es más como un yo que es un edificio del cual por arrebatos intersubjetivos arranqué un pilar constitutivo de él, una experiencia de años que ha sido determinada y determinante. No es como si simplemente te desvinculará de mí así sin más sino que me desvincula a mí de mí mismo con esa vivencia fundamental que me ha performado, porque eres menos un tú lejano que un tú integrado inexorablemente a mi historia, un saco de proyectos e ilusiones que se desprende como se desprende un riñón o un volumen de mis efemérides, y cuando te pierdo como vínculo, pierdo una torre de mi yo devenido inescrutáblemente entre las interacciones, y lo que duele la perdida de un tú como una muerte a secas no es lo mismo que lo que duele cuando torno la vista hacia este ser extrañado que se contempla a si mismo soprendiéndose irreconocible porque no soy el yo que era hasta antes de desvincularte, soy un alienado de su propia historia que se vuelve un extraño para si, un yo cojo de una parte constitutiva de la que te apropiaste a través de los años, y el luto de perderme a mi mismo en perderte quema como un arrozal en llamas. Que es lo que ahora soy sin un tú, ciertamente no el que fui ayer, o el que quisiera ser, y cómo reconstruyo aquel vestíbulo que construiste tú en mi con una bóveda inmensa para albergar el horizonte hacia el cual se dirigía el deseo, como reconstruyo tu morada que tenía inscrito tu nombre en todas las murallas, ¿Cómo se llama mi yo sin ti, si siempre fuiste una letra de mi nombre?

No hay comentarios: