martes, 9 de febrero de 2010

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Hurgando desesperado en mis bolsillos
busqué algo que me tranquilizara,
en noches tempranas, de traje oscuro,
frías como camas individuales,
un paisaje de nieves, solitario par de pisadas
interminables, un arbol sosteniendo
sus albinas hojas endurecidas, dormidas,
y el silencio, solo el silencio, y después
el susurro del viento, después el silencio
y el quejido del viento y después el silencio
siempre después el silencio
como un padre que vigila el sueño de sus hijos,
siempre vuelve, con su quietud, su solemnidad.
Golondrinas caminamos en busca del Sur,
la tierra dormida bajo nuestros pies
y nos cubrimos, nos cubrió la naturaleza
como un gran, gigante animal piadoso.
El invierno nos acompañó hasta los pies de las montañas
y ahí nos despidió con su mejor cara
y trepamos, vaya que trepamos, y caminamos también,
mucho caminamos, como si para ello hubiéremos nacido,
allá decíamos, acá ahora, en las montañas el cielo es más azul,
acá estamos más cerca, acá somos amigos del Sol
y no hacen falta sombreros pues el cielo es nuestra bóveda,
y vimos muchas cosas más, vaya que vimos cosas,
"hemos visto lo que el hombre a veces cree ver"
he sentido lo que el hombre a visto,
y he visto lo que el hombre ha sentido,
el hombre es un ser arrogante y violento,
existen gigantes capaces de aplastarnos,
y aún así son pacíficos, incluso tiernos y hermosos,
el hombre es un ser insignificante,
pensamos eso y más,
en las montañas las noches están hechas para pensar.
Aquí donde duermo todas las noches de los días,
en esta primavera de las cumbres
el Sol es un gallo que en las mañanas
despierta a las cumbres de su perezoso sueño
y la nieve se vuelca en el lecho de un rio
y fluye alegre y brillante por las laderas,
montaña abajo como si fuera un brazo
y allá más abajo se abre como si una mano fuera,
con cada uno de sus dedos
y tierna acaricia los pies de la montaña
y se va hasta el horizonte
como si quisiera abrazar al mundo entero,
y en sus aguas los peces nadan y ríen
como si hubiesen esperado todo el invierno para ello,
linda es la primavera para todos los vivientes,
tanto como lo es el invierno a su manera.
Esa noche dormí plácidamente, dormí
pero ella estaba asustada
- Calma María - le dije - no desesperes
ya verás que llegaremos a casa en el verano
por ahora disfruta -. y estrechandola en mis brazos
continué. - Y cuando lleguemos, nos bañaremos
un día en el rio, con las piedras del fondo
que brillan, esas piedras que se alegran con el Sol,
y con el agua que parece cantar
como un coro de pajaros amigables,
y luego jugaremos todo el día en el bosque,
allí el verano nos dará la bienvenida
con una clara y tenue lluvia
de esas que despiertan el olor a naturaleza,
una de esas lluvias que alegran el alma -.

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