martes, 9 de febrero de 2010

Ipso Scriptum

Después de usted distinguido caballero,
présteme la perezosa cuerda,
que buen uso le sabremos dar,
como medicina milagrosa
cura a todos nuestros pesares,
sacudierame como si fuere
segundo cordón umbilical
con sus traidoras caricias

violentame los ojos, culebra inanimada
como si os gustasen los desenlaces silenciosos,
y sorprendeme como un barco que estalla su quilla,
como un río que fluye lento y se detiene
y las arenas absorven sus aguas.
Despídeme con honores naturales
como una orondo y flemático buho
recitando un profundo concierto como requiem.

Nada más de tiernos paseos por las calles literarias
ni violentas riñas en los callejones de la locura,
ya no vendrás cada mañana con ánimos mediterraneos
ni con templadas sonrisas de triste alegria melancolica
ni un rayo más de sol, yo no se
yo no estoy aquí ahora, mañana, ayer
quizás tal vez fuere fui más no seré soy
y dudo si estoy, esté o estaré

glorioso cordón maldito
te absuelvo de tus culpas ahora mismo
mas dame a la postre tus frivolos servicios,
converge con mi cuerpo en su natural forma
como mi cordón umbilical postrero
que me atará para siempre a la desconocida placenta
en que todos algún día han de dormir su ego,
te acompaño Werther en tu infinito sueño.

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