lunes, 22 de febrero de 2010

A veces los números se equivocan

Me paso todas las noches sentado afuera de la puerta de tu casa
esperando que me veas por tu ventana
creyendo que no puedo estar ahí,
que estás enloqueciendo.
Todas las noches, siempre estoy
aunque a veces no estoy,
pero siempre estoy ahí,
jugando, como un enfermo,
pero sano,
jugando con las probabilidades,
sintiéndome único,
sintiéndome uno en un millón,
como si tú te asomaras por tu ventana y dijeras
-cual es la posibilidad de asomarme por la ventana
y que él esté sentado en la calle-.
-una en un millón-.
Yo soy ese solitario, singular uno,
entre el aburrido y verosímil
-millón menos uno- restante,
esperando por tí,
para hacer realidad lo
casi-casi-imposible.

en este mundo es tan fácil hacerse pasar por loco.

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