lunes, 14 de diciembre de 2009

Vacante

No era yo el que hablaba por mi boca,
poseída mi lengua vociferaba terribles maravillas
de lunatico obsesionado,

oh no! no era yo
el que pensaba mis pensamientos,
mi cerebro cuerdo no era
más que un rehen,
cautivo por aquella, oh fuerza misteriosa
que obligaba a mis ojos
en mi dirección preferida,

Ah! horror! no era yo,
no controlaba este rio,
este poderoso caudal
que se avalanzaba a mis dedos
pujando por salir,

oh, mis pobres dedos
mis fragiles dedos
sucumbieron ante el brio
del contundente flujo,
que como en una caída al vacio
se escurría en forma de uvas,
suaves palabras,

que al contacto con el aire
estallaban en rosaseas letras
millones de pequeñas letras,
quedaban pegadas en las paredes
y en todos los rincones

saturando el aire
de un denso aroma, demasiado
dulce para ser cierto.

Oh no, guárdame de la desgracia!
que no era yo
quien revestía el mediodía
con suspiros entre sueño y sueño
y no, no era yo al que veían
paseando entre la gente, extrañados,
deslizándome por el aire con simpatía

Oh no, y mis pobres dedos
que como tenues gacelas son,
como tímidas niñas que miran de reojo son,
los vieron bailar desenfrenados,
saltar y agitarse sobre el blanco papel

los vieron, si que los vieron
arañando el blanco papel,
si, mis frágilas dedos
en casquivanas odaliscas se convirtieron,
regalaron trozos del Sol
y trozos de mi alma
a quienes nunca existieron

oh! que no fui yo
como lograr que me creas
ávido lector
no he sido yo
quien lo anterior escribió

si, y mis pobres dedos
fueron profanados
por el espíritu de un poeta.

más, si no fui yo,
dímelo tú ingenioso lector,
si ahora que estoy vacío
¿quien actuará por mi
ahora que esta fuerza me abandonó?

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