miércoles, 19 de febrero de 2014

Asedio

te advertí que esta sería una guerra, ayer fue mi primer ataque, atrincherado en la frontera de tus labios, dejándote caer toda esa pasión, deshaciéndome en besos bajando por tu cuello, tú protegiéndote de mi influjo, tú con los ojos tapados por la oscuridad y yo con mis ojos disparándote a media luz desde las almohadas, te atrapé. Vuelvo arriba, tu boca escurridiza, tus manos son mias, te atrapé. Atravesando por tu pelo, conquisté tu frente, avancé por tu nariz, allí luchamos por un rato, me acariciaste, me descuidé, me emboscaste por mi cuello, me hipnotizaste, espiando por mi pecho, me derribaste, pasaste arriba, me controlaste, encima mio y me sometiste, escondida detrás de tu pelo trazaste ese castigo, caí prisionero y me emborrachaste de placer, no quería que me dejaras ir jamas cuando tomaste mi mano en la tuya. Tregua. Fingiendo que dormía desembarqué en tu vientre, te rendiste inmediatamente, y en tu espalda hice de las mías, te devoré, pasando por tus nalgas y hasta en tus piernas te marqué, te reíste nerviosa, otra vez te adiviné, te descubrí. Gané muchas batallas pero ganaste la guerra, no pude tener tu boca, pero te desperté un secreto estremecedor detrás de tu oreja, que ni tu conocías. Adormecidos por el cansancio terminé abrazándote como dos boxeadores, forcejeamos y te diste vuelta, hasta que calzaste en mi abrazo y yo en tu derredor. Nos dormimos.

Despertamos por la mañana, en resumen: Perdí un aro y un cole, gané tu olor en mi piel para el resto del día. Me gustaría saber que balance sacas tú.

No hay comentarios: