lunes, 29 de diciembre de 2014

La condena estaba enamorada del olvido
pero el silencio
que es juez implacable
les prohibió vivir el idilio,
para ello al destierro
ató la nostalgia
y encargó al recuerdo,
como frustrado suicida,
alcanzar al horizonte
para ser olvidado.

Y el recuerdo atado
a este destino imposible
se enterró una daga
en su corazón recordado
y sangró de día
y sangró de noche
y el silencio le prohibió
ser olvidado

Y así el recuerdo
en su agonía incompleta
en su deseo de muerte
vivía potentemente
sin poder ser olvido,
y hundiéndose
en su imposible calma
mas bien deseaba
haber nunca nacido

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