jueves, 18 de septiembre de 2014

Con mi ceniza ungiremos la frente de los zorzales que coronan el atardecer, en trayectorias divergentes desde el sol hacia cualquier lado, así volaré conmigo en ellos, en expansión y retorno, en dispersión y particularidad, y sus sombras sobre el agua coloreada por la luz crepuscular parecerán pequeños peces agitándose, y la noche con sus nubes oscuras devora la luna sin parecer más claras que el aire mismo, en el aire se adivina un aullido por estallar.

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