jueves, 18 de septiembre de 2014

Para estar seguro de que este no es un hermoso sueño, he de apelar al maravilloso hipócrita manchador, el varón del hombre, y funesta fábrica prevalece entre los hombres, el varón del cielo. Y te invoca Sardanápalo en su vestíbulo acondicionado, en su improbable Nínive, la cerradura de tu palacio es un gato de Schrodinger , y el fuego consume ya las cortinas. Nombres de la muerte bailan en la azotea, con distintas formas palpables, rojas, azules, amarillas, etiquetas del dolor, explotan los cueros en ampollas sulfuradas, la pena ríe y el miedo aúlla, suenan en la puerta los tambores que anuncian el final, y se sobrecogen todos los corazones que habitan bajo este sol bendito, que perdonará a todos los condenados.

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