sábado, 13 de septiembre de 2014

De nuevo me encontré con el rumor del viento tibio, soplando desde el sur, y las hojas murmuran un secreto entristecedor. Esta vez me tomaste entre tus manos, y yo te invadí imprudentemente como una llaga persistente, y así, me deslicé en la noche para encontrarte, y usé al frío para abrazarte. Me encontré en tu mirada comprensiva de espectros cargados, de la sombra en la que del tiempo a la impaciencia se tiende una telaraña que nos envuelve y amordaza. Me encontré en tu mirada y de pronto la brisa tuvo sabor a pasado, y en un abrazo desanduve años. Que no debiste, que no supiste, que no quisiste. Y tendiendo entre tu frente y mi frente un puente ciego, cruza el amor, yo cruzaré los dedos. Como el ciclo de un cometa de dimensión sentimental, gracias por venir y gracias por estar.

Cuando mate a la palabra, que el silencio baile, y estando más cerca tuyo, que la historia se abalance. Que el tiempo se desgaje hasta que la culpa cuaje, y que la espera se desangre ante la persistencia incesante, que el anhelo se haga carne como el estandarte del principio del final de todas las búsquedas, de un ingenuo sueño adolescente.

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