martes, 13 de octubre de 2009

Hija de la Naturaleza

Que suerte la mía de estar por dos pasos detrás tuyo
frente al monumento a la naturaleza
gigantesca titán hija de Urano
esculpida en marmol y ébano africano
niña terrible consentida del Universo
las musas se pelean por vestir tus ropas
las diosas celosas urden conspiraciones
están celosas pues te aman los dioses,
tus pies suaves están hechos de perlas
traídas del fondo del mar de las Indias
tus tobillos son puñados de rozas blancas
robadas del jardín de las Hespérides
tus piernas finas son de carne de flamencos africanos
sobre estructuras fuertes de bambú tibetano
que se encuentran en tus caderas de ámbar anaranjado
y de tu vientre brotan pétalos de tulipanes
que acaban en tu abdomen de formas de coral
tu pecho es un tocado de plumas de pavo real
que cuelga de tus hombros, dos varillas del nogal,
tus brazos son dos ramas claras y pulidas
que en la armonía del alba fueron alineadas
y tus manos son de nácar y de purpura adornadas
por tus dedos que son dátiles de Arabia,
tus senos son dos gotas de agua cristalina
alegres e inocentes de pálida neblina
sobre ellos se empina
un tronco de amapolas que es tu cuello
coronado por tu rostro, cuerno de abundancia,
tu boca es un húmedo higo abierto en flor
y tu nariz una castaña y una almendra
tus mejillas son dos girasoles colorados,
tus ojos son planetas transparentes
en los cuales flotan dos zafiros de la montaña
sobre aguas claras del caribe
con el brillo de la estrella del atardecer coronadas,
para finalizar en tu cabeza sutilmente adornada
por el Sol que con sus rayos del atardecer
la tienen remachada,
en tu pelo imprime los tonos cálidos
de sus rayos rojos y naranjos
que se deslizan por tu espalda.

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