sábado, 19 de julio de 2014

Voy a hacer una geografía de ti para describir en lengua real la ilusión oceánica, solar y lunar de recorrerte en parapente, desde tus lluvias de sol, menos del oro que de la caoba, más enhebrado que esmaltado, que más cae despacio y casi lacio que entorbellinado, un poco bailarín, muy propenso a la luminosidad, esencialmente mudable en aspecto, y sin duda, muy hermoso, oválico en su nacimiento, rectilineado a veces hasta casi caótico justo antes de abandonarse al precipio en el que me enredo, me despacho, me recuesto y me disuelvo. Explanada perlada, sutil istmo central, corto como un instante, armonioso,curvada como el planeta, una ola te llueve desde el centro hacia el oeste, limitada hacia el sur por dos delgados rasguños vellados, como un arco y casi negros, abultados hacia el centro, que se desgranan en dos verdaderos valles secretos, de la muerte, un puente se tiende entre ellos, amenazando sin ensancharce, hasta la cresta suave, que oblicua baja, cóncava, hasta el suelo, donde nace el puerto de rosas, capullos exultantes y pilares de la casa de la bailarina húmeda y risueña que alegra mi boca invadiendo con desenfado y apoderando. Estalactitas de cristal y estalagmitas también, que refulgen al menguar su borde en forma lunar.

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