martes, 24 de junio de 2014

Magnolia XII

Me quedé congelado con lo que dije, luego me reí nervioso. ¿Cómo lo sabe? Me pregunté, estaba sorprendido, anonadado, la gitana dijo un par de cosas más pero no le pude poner atención, estaba inquieto, me quería ir de allí, con cualquier excusa me paré y me despedí rápidamente para irme, la gitana no hizo nada, y cuando ya había dado un par de pasos me dijo casi gritando:
 – ¡La mandala, úsala! –
La miré muy turbado, estaba despidiéndose con la mano, me volteé inmediatamente y caminé más rápido. Comencé a repetir en mi mente lo que dijo la gitana, el laurel fue la obsesión de Apolo, y la tuya… Magnolia. Y la tuya Magnolia. La tuya Magnolia. Tuya Magnolia. Magnolia. Magnolia. ¡Magnolia! ¡Magnolia! ¡MAGNOLIA! ¡MAGNOLIAAAA!
Y desperté de golpe una vez más, con el corazón latiendo a mil por hora, gritando ¡Magnolia! ¡Magnolia!

Como un deja vú, recordé una noche olvidada en que desperté de la misma manera, hace mucho tiempo, mucho antes de haberte conocido y de haberte olvidado, un recuerdo que había borrado de mi mente por ser insignificante, y que ahora se volvía arrolladoramente importante, abrumadoramente significante.

No hay comentarios: