sábado, 21 de junio de 2014

Una vez escuché una voz bajita, quebrada por la emoción, casi inaudible, que me decía al oído, "como una herida en el corazón que no me duele, me gusta como eres", ese fue el momento fulminante. No es un asunto sencillo, el precio de la vida depende de ello. No puede sino ser de máxima importancia. Qué hacer con el tiempo que dejamos pasar. Qué hacer con nuestra historia si no llevarla al lugar que se anhela, ¿y qué es el resto sino menudencias?

¿Acaso me eres desconocida tu que me visitas siempre?


¿De verdad crees que no sé que lees esto?



¿A quien engañamos?




¿Cuanto tiempo más permitirás que sea así?





Y, sin embargo, te volviste a mirarme una vez más antes de irte, sabes que esta historia sigue incompleta.





Sé que sabes, y sabes que lo sé.






Hay un vals esperándonos para volver a ser bailado en el lugar perfecto, en el instante exacto.

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